Sobre Con el alma de Marta
Con el alma de Marta nace en un proceso común para todo ser humano, tarde o temprano, el duelo por alguien querido.
Mi forma de poder tener un espacio íntimo para este ser querido era crear velas para él. Despertó en mí algo que llevaba dormido mucho tiempo, el mundo de las velas, su historia y su “alquimia”.
Años atrás tuve una gran admiración por las velas, sobre todo el trabajo que realizan en el plano espiritual o esotérico. Entender por qué mezclaban una planta con otra(los aromas), un color con un mineral en la vela, y el trabajo que ofrecían esas velas.
Su origen, que se remonta al Antiguo Egipto, y a la par, los Celtas utilizaban el fuego para rituales e iluminación. Es decir, la utilización de las velas es para todos.
Antiguamente, utilizaban cañas bañadas en grasa animal, o la cera de abeja. Y es que, para mí, el elemento natural que tiene como base las velas (el fuego) transmite el mismo miedo que esperanza, el mismo respeto que atreverse a pedirle.
Ahora, podemos seguir haciendo uso de las velas, pero de una forma más sostenible, sin crueldad animal, y con otras herramientas que tenemos disponibles para hacer de nuestras velas un momento especial, ambientar un lugar especial y disfrutar sanamente de sus olores.
La materia prima que utilizamos es cera de 100% vegetal, sin modificaciones genéticas.
Las fragancias de las velas, son botánicas, lo que quieres decir que están libres de ftalatos.
Otro producto que desarrollo artesanal desde el inicio es en la elaboración de atadillos o sahúmos. El conjunto de plantas aromáticas que se recogen una a una, se secan y se atan, creando un ramillete de aromáticas preparado para ser quemado.
Antiguamente, con los atadillos, se espantaban los malos espíritus... ¡Y ahora también! El romero lo utilizan para espantar las energías sobrantes, y la canela para atraer la abundancia.
Estos atadillos contienen todas las plantas que han sido significativas en todas las civilizaciones, pero sobre todo la autóctona. Por un motivo de respeto al entorno, para no explotar otros productos autóctonos de otros lados del mundo.